Cuándo tu viaje no sale cómo lo planeaste

Esta nota intenta ser un post meramente reflexivo.

La temática es sencilla: planeaste algo, y no salió tal cual. Y contratiempos de este tipo, los tenemos de todas las gravedades. Desde pavadas, hasta cosas que te obligan a cambiar el viaje.

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Por ejemplo, siempre recuerdo aquellas vacaciones que pasamos en Galápagos, en donde programamos muchas actividades y algunas te salen de lujo, como conocer Las Grietas en Puerto Ayora u otras que ni siquiera estaban previstas, como volar en avioneta de una isla a otra.

Pero justamente para nuestra estadía en Isabella, habíamos planificado comilonas todas las noches. El minúsculo centro de un par de cuadras de Puerto Villamil, rebozaba de restaurantes, y en todos ellos había diversos menúes.

Resulta que por una bacteria que veníamos intentando digerir desde nuestra anterior isla, Santa Cruz, estuvimos muy descompuestos durante un par de días, y haciendo dieta tres días más. Hasta nos atendimos en el hospital de la isla: Atención médica en viaje: nos pasó en Galápagos. Como se imaginarán, sólo pude aprovechar algunas sopas, y super sanas.

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En otra oportunidad, intencionalmente previmos una escala larga en el aeropuerto de Fiumicino, Roma. Aprovechando unos puntos que teníamos en el programa de la cadena hotelera Accor, reservamos para esa noche un muy lindo hotel Mercure, de 4 estrellas.

Cuando llegamos al hotel, la atención fue buenísima, y hasta nos dieron un upgrade de habitación, ya que había poca ocupación.

Salimos a dar una vueltita, y, tentados por un Carrefour abierto 24 horas, aprovechamos para entrar y degustar algunas cosas típicas. Con tan mala suerte, que cuando volvimos al auto, habían roto la ventanilla y faltaban dos mochilas. Además de algunas cosas de valor, perdimos lo más importante: cosas que nos gustaban, de poco valor y que no se pueden recuperar. Esto, te lo contábamos en Cuándo te roban en un lugar al que le tenías confianza.

Estas situaciones te pueden pasar en la práctica, como así también en la programación de un viaje. En cierta oportunidad, planifiqué salir una mañana de Oslo, y llegar a la tarde/noche a Venecia. No están tan lejos, debía ser fácil armarlo, más con estos lindos precios que ponen las low cost.

Resulta que para ese 21 de enero, hacer esa combinación fue muy difícil. Arrancando con que estábamos a 20 cuadras de la estación de trenes y tomamos un taxi oscuro que nos salió 50 euros, cuando teníamos que haber tomado un taxi rojo, con chofer de remera roja, que tenía convenio con el tren, y nos hubiera salido… completamente gratis.

El resto del viaje, fue tomar un tren hasta el aeropuerto, un vuelo hasta Milán Bérgamo, ir en taxi hasta la ciudad de Bérgamo, y tomar un tren que finalmente nos dejó en Venecia. Esto salió muy bien, pero el costo, que pensaba que iba a ser de algunos euros, fue de muchos, muchos más. Si querés divertirte, mirá como viajamos, y que complejas resultaron las combinaciones:

Bueno, sin ir más allá, en este mismo viaje decidimos movernos sólo con equipaje de mano. En mis primeras paradas, Oporto, Lisboa, Tillé, Gdansk, Bergen, Copenhague y Oslo, aproveche para nutrirme de una contundente cantidad de latitas de diversos productos marinos, fundamentalmente sardinas portuguesas.

En todos los vuelos que habíamos hecho hasta aquí, las latitas en cuestión pasaron exitosamente todos los controles de rayos. Pero en Oslo Sandefjord-Torp , la suerte se agotó. El control de seguridad, con la excusa de que 110 gramos debían ser equivalentes a 110 centímetros cúbicos, confiscaron todas nuestras latas. Bah, nos dieron la opción de volver al mostrador del check in y despachar la valija (costo 100 euros), o perder las latas (en verdad no había gastado ni 30 euros, en todas ellas).

Con el tiempo justo para abordar el avión, y con la esperanza de recuperar una buena parte de las provisiones, vi como todos mis valiosos bienes se perdían en un tacho de basura (todavía lloro).

En otro vuelo de este mismo viaje, debimos utilizar la aerolínea low cost Wizz Air, y resultó que mi carry on no entraba en el cajón, por lo que debería despacharlo. En esta oportunidad, el personal de mostrador de Wizz Air, fue más que amable, y me permitió despachar el carry sin abonar diferencia. Pero en el vuelo siguiente (también con Wizz Air), no arriesgué, y compré el despacho de la valija por internet, a 50 euros. Otra mala.

En fin, como podrán ver, hay algunas diferencias respecto con lo planeado, que son pavadas, y otras son más graves. A veces hay que hacer de tripas corazón, y meterle para adelante.

¿Y a ustedes les pasó algo así? Chusmeen tranquilos acá, todos los comentarios son bienvenidos.

 

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