¿Quién le tiene miedo a la muerte?

Yo, vos, ella, él.

No sé cómo empezar esta nota. Una frase matadora (sic) no tengo.

Desde hace un tiempo que esa idea ronda por mi cabeza, son pavadas, ya se. Pero es inevitable pensar en ello, a medida que uno se hace no sólo más grande. Sino mucho más de lo que uno se imaginaba cuando era joven. De joven te ves de grande, pero cuándo te querés acordar ya sos más que eso.

Vamos, lo importante es la juventud que uno lleva dentro, las ganas de hacer cosas, el dedicarse sólo un rato por día a un sencillo pasatiempo, y convertirse no en un buen bloguero, sino en alguien querido por la gente. Las metas son tres: lo que hagas, hacelo primero, hacelo bien segundo, y que la gente esté contenta con eso, tercero.

Pero no alcanza con tener puras energías para llevar día a día tu trabajo habitual, ese que te da de comer, y además dedicarte a tu pasatiempo, por el que no pedís nada, casi todo el resto de la jornada, dejando sólo 4 horas para dormir. No alcanza, el final, no sabemos si hoy o en 40 años, está cada vez más cerca.

¿Quién le tiene miedo a la muerte?

Yo, vos, ella, él.

¿Y que hacés para estar mejor con esa percepción de un final anunciado?

Encontramos la forma, vivir cada día como si fuera el último, como si no existiera un mañana, que nada te carcoma la cabeza ese último día. Vivilo, disfrutalo, descansalo, y no lo pierdas con vanas preocupaciones que a nada conducen.

Y viajá, viajá todo lo que puedas, lo que tu bolsillo permita, lejos, cerca, da igual. Viajá. Mirando la bella Seúl desde el monte Namsam, o tomándote un mate en el Parque Lezama.

6

Si te lo proponés, yo te voy a ayudar a que puedas ir todo lo lejos que quieras al menor valor. Mucha, muchísima gente amiga te va a ayudar a que todo lo que hagas se acomode a tu bolsillo, y tengas éxito en lo que proyectes.

Así que, amigos, el objetivo será disfrutar todos y cada uno de los días que te queden al 10.000%, si eso fuera posible.

Hoy puede ser el último día, sino será mañana. Y en un mes, dirás con mucha claridad mental: lo logré, este mes fui feliz, hice todo lo que me propuse, disfruté, viajé, comí cosas ricas, me metí en el agua helada del sur de Chile, y soy feliz.

Hace unos días, mi muy buen amigo Jung Park perdía a un amigo íntimo suyo y estaba sumamente triste.

Hace otros pocos días, un seguidor nuestro, Martín, también nos dejaba.

Nunca conocí personalmente a Martín, pero era como si fuéramos amigos de hace años. Intercambiábamos chascarrillos vía twitter, y siempre estaba ahí. Siempre con un like, un retweet, siempre apoyando todo lo que hacíamos. Y siempre con una palabra de apoyo, una broma, un gracias, siempre se enganchaba en todos y cada uno de los hilos que mi amigo Jung, mi amigo Alejandro Abraham o yo iniciábamos.

Y su ausencia se siente, y mucho. Un silencio inacabable siguió a su partida.

Un escalofrío recorría mi espalda cuándo pensaba en que pasa con la cuenta cuándo el dueño ya no está. Sí, ya se, son pavadas, y es obvio. Pero el escalofrío seguía estando.

Con Martín siento eso, su cuenta en silencio, ya no hay más chascarrillos, ya no hay más ese retweet diario a la hora que él podía. No más.

Lo seguiremos teniendo en nuestro corazón y recordando como seguía todo lo que yo proponía al pie de la letra, como cuándo compró una caja entera de fideos Barilla que estaban de oferta en Amazon, sólo porque yo le había avisado.

Y nosotros, seguiremos ahí, disfrutando el día a día, como si fuera el último. Amigos, les aconsejo lo mismo, vivan cada día como si fuera el último, así, cuando llegue el último, no habrá nada de que arrepentirse.

Vaya esta nota en honor a nuestro eterno amigo Martín. De corazón.

Post de lectura recomendada:

Responder a adriánCancelar respuesta

61 ideas sobre “¿Quién le tiene miedo a la muerte?”

Descubre más desde Ratamundo.com

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo